Hay una calle sin nombre,
no tiene aceras ni palmas;
todos los días desfilan
olorosas las muchachas
que me despiertan cantando
sus ventas de fresco y plátano,
vigorón, nacatamal,
el vajo, sopa de frijol,
chicasquilas y chorreadas.
Son las mismas que de noche
caminan pintarrajeadas,
a vender también sus sueños
y ajustar lo que les falta;
alegres las veo venir
silbando en la madrugada,
pedacitos de poema
esconden bajo su falda.
Por mi calle pasan niños
persiguiendo una esperanza,
pregoneros de colores
delgaditos, desdentados,
no conocieron escuela
mas saben contar los panes,
pequeños trabajadores
responden cuando les llamo.
Siempre hay un pleito en la calle;
mujeres, hombres y perros
alborotan toda calma,
borrachos, locos, cochones,
contribuyen a adornarla.
Aquí, donde todos huyen,
se escribió con barro un canto
y en lus muros de mi calle
se iluminó la mañana.
Xinia M. Estrada
Tuesday, December 8, 2009
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